Esta vez no salimos de las entrañas de una mujer. Salimos de nuestras entrañas: el parto es interno. Y duele. Mucho. Parirse a uno mismo parte los huesos, desgarra los músculos. Revoluciona la mente. Rompe con la historia personal. Vomita al pasado.
Volvemos a ser criaturas. Somos niños que tenemos todo por descubrir. Todo es nuevo, distinto. Los primeros pasos son de dudas, de golpes. Pero se aprende a caminar. Así como se aprende a hablar y a decir palabras difíciles como amor y libertad. Afuera había otro mundo que la vida anterior no nos dejaba abrazar. Y la abrazamos. Fuerte.
¿Y la otra vida? ¿Dónde queda? En un libro viejo de la memoria. En una película que ya vimos. En una historia que escuchamos hasta el cansancio y estamos hartos de que nos la repitan. No vuelvas vieja vida, no tenés cabida en mi vida. Sos puro pensamiento horrible. Te manejás con el pasado. Con los recuerdos malos. Los tiempos más oscuros. Estás muerta. Te moriste con lo que fui y nunca elegí ser.
Ahora elijo yo. Puedo elegir. Y elijo la vida. Esta vida.